La enfermedad de Parkinson, actualmente la segunda afección neurodegenerativa más común después del Alzheimer, se perfila como una de las mayores preocupaciones en salud pública para las próximas décadas. Según un reciente estudio publicado por el British Medical Journal (BMJ), se proyecta que el número de personas con esta condición aumentará en un 112% al año 2050, alcanzando los 25,2 millones de casos a nivel mundial.
En el marco del Día Mundial del Parkinson, Grupo Cetep hace un llamado a tomar conciencia sobre esta enfermedad crónica, que suele diagnosticarse entre los 50 y 60 años, y que afecta tanto al sistema nervioso central como al periférico. Actualmente, cerca de 8,5 millones de personas viven con Parkinson a nivel global.
Diversos estudios indican que esta patología ha duplicado su prevalencia en los últimos 25 años, una tendencia que podría continuar al alza. ¿La razón? No se trata solo del envejecimiento de la población, aunque claramente juega un rol importante: a mayor esperanza de vida, mayor exposición a enfermedades asociadas a la edad. También influyen factores menos visibles, pero igual de determinantes, como el crecimiento demográfico, la urbanización acelerada y, especialmente, la creciente exposición a neurotoxinas.
Las neurotoxinas pueden provenir de múltiples fuentes: pesticidas, drogas, venenos de animales, microorganismos y hasta ciertos componentes industriales. Aunque algunas tienen aplicaciones médicas, como en la estética o la investigación científica, su presencia en ambientes contaminados o su uso indebido pueden tener consecuencias devastadoras para el sistema nervioso, ya que estos agentes puede dañar progresivamente las neuronas dopaminérgicas, responsables del control del movimiento, aumentando así el riesgo de desarrollar Parkinson.
Síntomas que no debemos ignorar
El síntoma más característico del Parkinson es la bradicinesia, es decir, la lentitud de los movimientos, usualmente acompañada por rigidez muscular, temblores en reposo y alteraciones en la postura. “Lo fundamental es el diagnóstico precoz, iniciar tratamientos farmacológicos y terapéuticos en etapas tempranas permite controlar los síntomas y ralentizar la progresión de la enfermedad”, comenta la psicóloga Teresa Valle de Grupo Cetep.
¿Qué hacer y cómo tratarla?
Aunque el Parkinson aún no tiene cura, existen tratamientos que permiten a las personas llevar una vida activa. La levodopa, en combinación con otros fármacos, sigue siendo el tratamiento más común. No obstante, terapias no farmacológicas han demostrado ser igualmente clave.Además, el ejercicio físico adaptado puede marcar la diferencia: “Los ejercicios de fuerza con pesos ligeros, de movilidad y equilibrio ayudan a reducir la rigidez muscular y a prevenir caídas. Siempre deben realizarse bajo supervisión profesional” señala la profesional.
Es necesario tener un enfoque integral para el abordaje del Parkinson que incluya el acompañamiento médico, psicológico y social de quienes viven con esta patología. Además, se insiste en la importancia de sensibilizar a la población sobre los primeros síntomas y fomentar el diagnóstico oportuno como clave para una mejor calidad de vida.